Ni su importante frecuencia en la mayoría de países y ámbitos educativos ni el haber sido considerado hasta hace muy poco un problema casi inevitable e inherente a la etapa escolar, puede servir de excusa para no actuar con contundencia ante cualquier indicio de bullying o acoso escolar.
Un gran sufrimiento en las víctimas, problemas en el desarrollo del aprendizaje o consecuencias negativas para la salud física y/o psíquica de acosados y acosadores que pueden alargarse hasta la etapa adulta, convirtiéndose en perennes e irreversibles. Estos son algunos de les perversos efectos del bullying.
El profesorado ante los casos de bullying
El bullying es, en muchas ocasiones, muy difícil de detectar porque, por definición, se trata de una situación de acoso de un grupo de escolares contra una víctima indefensa que tiene lugar fuera de la vista y el control de los adultos. Los lavabos, el recreo , a veces el comedor, los alrededores de los colegios y el entorno virtual (teléfono móvil, redes sociales) son los espacios más habituales donde tienen lugar estas indeseables actuaciones.
La observación: primera herramienta frente al acoso
Nerviosismo, ansiedad, cambios repentinos del carácter, un descenso significativo y brusco del rendimiento escolar sin motivo aparente, ausencias a clase sin justificar… Detectar este tipo de síntomas en un alumno puede poner al docente en la pista de un posible caso de acoso escolar.
Prestar atención a la posible víctima
Escuchar es el principal recurso. Jamás se debe subestimar una denuncia o comentario de un alumno que asegura sufrir acoso escolar. Aunque se tenga la percepción de que todo puede ser una opinión subjetiva del chico o chica, hay que actuar de inmediato e intentar investigar más sobre el asunto, dialogando tanto con las supuestas víctimas como con los posibles acosadores.
Medidas educativas y de protección inmediata
Cuando lo indicios de acoso escolar son suficientes, no hay que demorar la intervención. Siguiendo el protocolo del centro o, en el caso de que no se haya desarrollado, alguno más general, se deben tomar las medidas educativas y disciplinarias previstas en estos casos.
En función de la gravedad del problema, es posible que se tenga que notificar el asunto a los cuerpos de seguridad o a la Fiscalía de Menores, siguiendo la recomendación 10/2005 de la Fiscalía del Estado.
Educación basada en el respeto y la tolerancia
Aunque la complejidad y mucha veces la urgencia de la situación hacen que estas herramientas no siempre sean suficientes, la forma ideal de evitar el acoso escolar es tratándolo desde la misma base, mediante una educación, donde se implicase no solo la escuela, sino también la familia y toda la sociedad, basada en valores como el respeto, la tolerancia o la empatía con el prójimo: el ponerse en lugar del otro.
Es muy importante que todas las acciones que se lleven a cabo se ejecuten en el plazo más corto posible con medidas educativas relacionadas con la conducta a corregir. Un problema de este tipo dilatado en el tiempo, normalmente no hace otra cosa que agravarse.
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